2.7.11

Generalidades sobre el uso de mayúsculas

A primera vista, las mayúsculas no parecen difíciles en español. La práctica constante de la escritura nos familiariza con las reglas que rigen su utilización. Sin embargo, ¿por qué nos asaltan tan a menudo dudas a este respecto? ¿Por qué nos topamos tan seguido con palabras que no sabemos si deben o no llevar mayúscula? En este artículo exploraremos los casos más comunes en que las reglas sobre el uso de mayúsculas pueden resultar difíciles.

Si deseas profundizar más en el tema, te recomiendo el artículo
“MAYÚSCULAS”
del Diccionario Panhispánico de Dudas.

Breve historia de las mayúsculas

El español es un descendiente directo del latín. Por eso, nuestra lengua heredó, entre muchas otras cosas, las letras del alfabeto latino. En cierto periodo de su desarrollo el latín sólo tenía letras mayúsculas. Además, para separar las palabras no se usaban espacios en blanco sino puntos:

ASÍ•SE•VEÍAN•LOS•TEXTOS•EN•ESA•ÉPOCA

Con el paso del tiempo surgieron las letras minúsculas que terminaron convirtiéndose en las letras estándar del abecedario español. Las mayúsculas no desaparecieron, pero su uso quedó relegado a ciertas funciones específicas.

Las mayúsculas y las nuevas tecnologías

En español las mayúsculas no son más que una convención de la lengua escrita para facilitar la lectura. Por consiguiente, su presencia no afecta la pronunciación de las palabras. Sin embargo, se hace una excepción a esta regla en las nuevas tecnologías de la comunicación.

Cuando chateas o envías mensajes de texto, debes tener en cuenta que si escribes toda una palabra u oración en mayúsculas, el lector de tu mensaje percibirá esto como un grito. Por eso, tienes que ser cuidadoso con el uso de las mayúsculas en correos electrónicos, chats y mensajes de texto.

¿Llevan tilde las mayúsculas?

Sí, siempre. Algunas personas sostienen que las mayúsculas no exigen el uso de tildes o diéresis. Tal vez en el pasado, cuando había dificultades técnicas que impedían poner tildes sobre las mayúsculas, esta práctica era excusable. Sin embargo, todos los procesadores de texto actuales ofrecen opciones para poner tildes y diéresis sobre las mayúsculas. Ejemplos: Álvaro, ANTIGÜEDAD, ASOCIACIÓN, etc. Si tu computador no te permite esta opción es porque seguramente no has instalado aún el paquete de español en el menú de lenguas.

Sin embargo, cuando las mayúsculas se usan para escribir una sigla, no se marcan las tildes. Se debe escribir entonces CIA (y no CÍA) para hablar de la Central Intelligence Agency. No obstante, si se escribe una sigla que gracias a su fácil pronunciación se ha convertido en un acrónimo, sí se debe marcar la tilde aunque la palabra aparezca íntegramente en mayúsculas. Ejemplos: EUROVISIÓN (Unión Europea de Radiodifusión); MÓDEM (acrónimo de mod[ulator] + dem[odulator]); LÁSER (acrónimo de l[ight] a[mplification by] s[timulated] e[mission of] r[adiation]; etc.


Las mayúsculas y la puntuación

La principal función de las mayúsculas en español es facilitar la lectura. Sirven entonces, junto con los signos de puntuación, para que el lector sepa dónde acaba una oración y dónde comienza la siguiente. Por eso, todas las oraciones españolas deben comenzar con mayúscula y terminar con un punto o con cualquiera de las otras convenciones ortográficas que pueden remplazarlo: los signos de interrogación (¿?), de exclamación (¡!) o los puntos suspensivos (…).

Sin embargo, no siempre es necesario utilizar mayúsculas después de estos signos de puntuación. A veces, dentro de oraciones largas, pueden aparecer series de preguntas, de órdenes o de acciones suspendidas, al comienzo de las cuales no hacen falta las mayúsculas. Ejemplos:
  • “¿Quién vino?, ¿a qué hora?, ¿qué dijo?, anda, ¡dímelo!”.
  • “Me acerque a la ventana, miré… y en ese instante descubrí la verdad”.

Las mayúsculas en los nombres propios

Para saber qué palabras llevan mayúscula inicial es útil que recuerdes la oposición entre nombres comunes y nombres propios. Los nombres comunes designan a cualquier persona, animal o cosa sin especificar quiénes o cuáles son en particular. Ejemplos: mujer, país, río. Los nombres propios, en cambio, designan personas, animales y cosas específicos tales como Carolina, Venezuela, Amazonas. La regla es sencilla: los nombres propios se escriben siempre con mayúsculas. Así, llevan mayúscula inicial:
  • Los nombres y apellidos de las personas: Pedro García, Alfonso Castro, etc.
  • Los nombres de dioses y divinidades: Dios, Júpiter, Alá, etc.
  • Los sobrenombres, apodos y seudónimos: Gabo, Tirofijo, el Juli, etc.
  • Los nombres propios geográficos: Europa, California, Rio Bravo, Santiago, La Habana, etc.
  • Los nombres de las galaxias, planetas, etc.: la Vía Láctea, Venus, Júpiter. Sin embargo, los nombres sol y luna sólo se escriben con mayúsculas en los textos científicos.

Por lo general, cuando escribes el nombre de instituciones, entidades, organismos etc., tienes que usar mayúsculas al comienzo de cada una de las palabras que conforman dicho nombre: Instituto Caro y Cuervo; Universidad de Nueva York; Biblioteca Nacional; Ministerio de Hacienda; Orden de Predicadores; etc.
Lo mismo aplica para los nombres de certámenes culturales, concursos, disciplinas científicas y materias escolares o universitarias: I Festival de la Canción Mensaje; Feria del Libro; Cálculo I; Literatura de la Modernidad; etc.

¿Cuándo hay que evitar las mayúsculas?

Quizás por influencia del inglés, muchos hispanohablantes cometen el error de usar las mayúsculas en las siguientes situaciones donde NO se deben emplear:
  • En los días de la semana, los meses del año y las estaciones. Ejemplo: miércoles, septiembre, otoño.
  • En los idiomas y las nacionalidades: inglés, portugués, chileno, “Ese señor es alemán”.
  • En todas las palabras que conforman el título de obras artísticas (novelas, películas, cuadros, ensayos, etc.). En estos casos sólo se escribe con mayúscula la inicial de la primera palabra, el resto de palabras deben ir en minúscula (a menos que sean nombres propios): “Cien años de soledad”; “El silencio de los inocentes”; “La vida es sueño”; “La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada”.

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