29.3.13

La lectura de imágenes 3: Principios de organización de los textos visuales

Imagen tomada de Tumiamiblog
Estudiar las imágenes como sistemas tiene consecuencias importantes para la lectura de textos visuales.

La que más nos interesa aquí es la posibilidad de aislar cinco principios básicos que determinan la organización de la mayoría de las imágenes, entendidas como sistemas textuales.

En el artículo "Cómo analizar un texto" se estudian los mismos principios de organización textual y se les da el nombre de categorías de análisis. Aquí se retoman dichas categorías pero se aplican, a través de ejemplos específicos de análisis, a imágenes concretas.

  1. Valor funcional:
  2. Cualquier elemento presente en una imagen tiene una o varias funciones específicas que aquí llamaremos valor funcional. Como los textos visuales son artefactos, lo que aparece en ellos no está ahí por casualidad.

    Consideremos, a manera de ejemplo, el afiche de la campaña presidencial de Álvaro Uribe en 2002:


    Imagen de la campaña presidencial de Álvaro Uribe en 2002. 
    Imagen tomada de BBC Mundo.com
    La imagen del candidato presidencial se ve magnificada gracias al ángulo de cámara que se escogió para tomar la fotografía. La cámara está ubicada un poco más abajo que la cara del candidato y mira hacia arriba, lo que se conoce como ángulo contrapicado.

    Esta manera de presentar visualmente al candidato no se escogió porque sí, sino porque sirve para hacer que este se vea más grande, poderoso y seguro de sí mismo. Tiene, entonces, un valor funcional.

    Cuando leemos una imagen, debemos identificar primero los elementos visuales más sobresalientes y, después, debemos preguntarnos cuáles pueden ser sus funciones dentro de la totalidad del sistema textual.

    Hay dos preguntas muy útiles para determinar los valores funcionales de los componentes de un texto visual:

    • ¿Por qué aparece este elemento visual en la imagen?
    • Esta pregunta sirve para determinar qué justifica la presencia de un elemento visual en el texto. Así como se escogió un elemento en particular –un ángulo de cámara, ciertos colores, un tipo de iluminación, un gesto en un rostro, etc.– podría haberse escogido cualquier otro. Por eso, es importante que nos preguntemos qué puede haber motivado la selección del elemento que nos interesa examinar.

      En el afiche de Uribe, además del ángulo de cámara, hay otros elementos que llaman la atención: el protagonismo de los colores azul y rojo; la presencia del cielo que ocupa todo el fondo de la imagen; la mano de Uribe que descansa sobre su corazón; la mirada del candidato dirigida, no hacia el espectador, sino hacia un punto fijo en el horizonte ubicado por fuera de la imagen.

      Si nos preguntamos por qué aparecen estos elementos en el afiche comenzamos a descubrir cosas interesantes. Por ejemplo, ¿por qué los colores azul y rojo son tan importantes en la imagen? Además de ser colores de la bandera de Colombia, el azul y el rojo son los colores distintivos de los dos partidos tradicionales del país: el Partido Liberal (rojo) y el Partido Conservador (azul).

      Uribe se presentó a las elecciones como disidente del Partido Liberal. Sin embargo, las raíces de su pensamiento político son eminentemente conservadoras. El protagonismo de ambos colores se debe al interés del candidato por capturar a los electores de ambos partidos. Así, uno de los valores funcionales de este elemento es presentar a Uribe como el abanderado –de ahí la presencia de las banderas– tanto de los liberales como de los conservadores.

    • ¿Para qué fue puesto ahí este elemento visual?
    • Esta pregunta nos permite entender con qué propósito se escogió el elemento del texto que nos llama la atención y por qué aparece donde aparece y no en otra parte.

      ¿Dicho elemento anuncia otros que aparecen más tarde en un texto visual narrativo? ¿Dialoga este elemento visual con otros presentes en la imagen? ¿Sirve, junto con otros elementos, para desarrollar ideas concretas dentro de la imagen?

      Volviendo al protagonismo del azul y del rojo en el afiche de Uribe, llama la atención que estos colores no aparezcan únicamente en las banderas sino también en el cielo del fondo y en la camisa que lleva el candidato.

      Además de hacer referencia a los partidos políticos tradicionales, estos colores adquieren nuevos significados en la imagen. El azul del cielo, combinado con la luz cenital que ilumina al candidato y la expresión de su rostro, tienen por función mostrarlo como un "ser celestial".

      El rojo cereza de la camisa, algo diferente del de la bandera, busca recordarle al espectador que Uribe es un disidente del liberalismo. Sin embargo, por recordar el color de un corazón, también remite a la noción de "pasión" y al lema de la campaña: "Mano firme, corazón grande".

  3. Similitud y repetición:
  4. En todo texto visual siempre hay elementos que se repiten de manera idéntica o que se parecen mucho entre sí. A estos elementos recurrentes se les conoce como motivos.

    Un buen lector de imágenes siempre está a la caza de motivos ya que estos son fundamentales para el buen funcionamiento de los textos visuales. De hecho, los motivos son cruciales para el buen funcionamiento de cualquier tipo de texto.

    • Motivos:
    • Pensemos por ejemplo en las canciones populares. Por lo general, estas tienen la siguiente estructura: BCADEAFGA, donde A corresponde al coro, que es un motivo.

      Del mismo modo, las películas, los afiches, los cómics o las pinturas tienen motivos que sirven para desarrollar temas específicos dentro del sistema textual.

      Una vez hayamos identificado uno o dos motivos que nos interesen, tenemos que preguntarnos a qué tema o temas remiten dichos motivos.

      Consideremos, a manera de ejemplo, la pintura The Subway de George Tooker:

      The Subway (George Tooker, 1950)
      Imagen tomada del Whitney Museum of American Art 

      En esta imagen, las rejas de la estación del metro funcionan como un motivo. Estas aparecen a la derecha del personaje principal —la mujer de vestido rojo y abrigo azul— para marcar la separación de dos corredores. También parece una reja la puerta giratoria en forma de torniquete que se encuentra a la derecha. Las barandas de la escalera ubicadas a la izquierda de la mujer también tienen barrotes y, al fondo por ese corredor, se ve otra reja. Aunque este tipo de rejas existan realmente en el metro de Nueva York (espacio donde se desarrolla la escena), es evidente que su protagonismo en la pintura tiene un valor funcional.

      Otro motivo importante en esta imagen son los hombres de abrigos oscuros que se encuentran detrás de la mujer y a lo largo del corredor de la izquierda. Todos estos hombres —en particular los dos de sombrero que siguen de cerca a la mujer y los tres que parecen estar haciendo llamadas telefónicas en los nichos del muro de la izquierda— tienen una presencia inquietante, amenazadora.

      Ahora que ya hemos identificado dos motivos centrales de la pintura, las rejas y los hombres amenazadores, tenemos que preguntarnos a qué temas remiten estos motivos.

    • Temas y motivos:
    • Los motivos suelen ser cosas tangibles que aparecen dentro del texto visual: un evento narrativo, un objeto, un personaje, un color, un tipo de iluminación, etc. Los temas, en cambio, son un poco más abstractos y requieren que el lector de imágenes haga inferencias.

      En el caso de The Subway se puede afirmar que el motivo "rejas" remite a temas como "aislamiento", "confinamiento" e, incluso, "incomunicación" y "destierro".

      El motivo "hombres amenazadores", por su parte, remite a temas como "paranoia", "delirio de persecución", "agresividad" e, incluso, "machismo".

      Un motivo puede remitir a más de un tema. Además, dentro de un texto visual puede crearse un diálogo o enfrentamiento entre varios temas lo que permite que se transmitan ideas complejas a través de imágenes en apariencia sencillas.

      En el caso que nos ocupa, las rejas y los hombres de la pintura pueden estar hablándonos del sentimiento de incomunicación, de desconfianza mutua y de paranoia que genera la vida en las grandes ciudades.

      Los motivos son la materialización de los temas en la imagen. Un buen lector de imágenes debe preguntarse siempre a qué tema o temas remiten los motivos que han llamado su atención y cómo se relacionan dichos temas y motivos entre sí para crear significados complejos.

    • Paralelismos:
    • Un texto que tuviera únicamente un motivo (AAAAAAAA...) sería aburrido y predecible. Por eso, aunque en los textos visuales siempre hay cosas que se repiten, pocas veces se repiten de manera idéntica. Conviene entonces buscar también paralelismos entre los componentes del texto visual que estemos estudiando.

      Muy a menudo, los elementos visuales presentes en una imagen se hacen eco unos a otros para construir temas complejos en la mente del lector: este tipo de relaciones de similitud son las que reciben el nombre de paralelismos.

      En The Subway hay varios paralelismos que llaman la atención. Los abrigos de los hombres amenazadores se hacen eco unos a otros debido a su corte. Sin embargo, hay leves variaciones en el color de estas prendas.

      A la cara de miedo de la protagonista del cuadro responde la cara del hombre que está en el primer nicho del muro de la izquierda. Aunque solo vemos un pedazo de su rostro, eso es suficiente para que adivinemos que tiene miedo o, al menos, que algo lo angustia como a la mujer.

      También se crean relaciones de paralelismo entre las diferentes mujeres que aparecen en la imagen, mujeres que parecen extraviadas en una prisión donde predominan los hombres.

  5. Diferencia y variación:
  6. En toda imagen siempre hay elementos que se diferencian claramente o que se oponen unos a otros. Al analizar un texto visual, además de buscar motivos, es importante observar con cuidado qué tipo de relaciones de oposición se crean entre varios motivos diferentes.

    Para la lectura de imagen, identificar contrastes es tan importante como identificar paralelismos. En los textos visuales abundan todo tipo de oposiciones y contrastes. Pueden ser radicales, como en el caso de las oposiciones antitéticas: día/noche; grande/pequeño; masculino/femenino; luz/oscuridad; etc. También se dan a menudo contrastes leves que reciben el nombre de variaciones.

    En The Subway llaman la atención los siguientes contrastes: hombre/mujer; subida/bajada; personajes de frente/ personajes de espaldas; juventud/madurez; cercanía/lejanía; etc.

    En la práctica, el principio de diferencia y variación funciona como la otra cara de la moneda del principio de similitud y repetición. Se trata de las dos fuerzas fundamentales que generan la tensión necesaria para construir y permitir que se tengan en pie la mayoría de los textos visuales que existen.

  7. Progresión y desarrollo:
  8. Para abrirse paso desde el comienzo hasta el final todo texto necesita tener unas leyes de progresión y desarrollo. Nuestra tarea como lectores de imágenes consiste en descubrir cuáles son las leyes que determinan el funcionamiento de los textos visuales que hemos decidido estudiar.

    Por lo general, las leyes de progresión y desarrollo corresponden a la organización lógica de los elementos visuales que componen las imágenes. Lo más común, sobre todo en los textos visuales narrativos (películas, cómics, libros álbum, etc.), es la ordenación del material en cadenas lógicas de causa-efecto. A veces prima la organización cronológica de los eventos narrativos. Sin embargo, los elementos de un texto pueden organizarse siguiendo otros principios: analogías, paralelismos, asociaciones libres de ideas, etc.

    Un truco infalible para determinar cuáles son los principios de progresión y desarrollo consiste en comparar explícitamente el comienzo y el final de un texto visual narrativo. Esta comparación pone al descubierto los cambios que tienen lugar en el texto y facilitan la identificación de las estructuras que permiten expresar dicho cambio dentro del sistema textual.

    Consideremos, a manera de ejemplo, la siguiente tira cómica de la serie Mafalda, del argentino Quino:

    Imagen tomada de Miathletic.com

    Una comparación explícita de la primera viñeta y de la última revela claramente los patrones de progresión y desarrollo de esta tira cómica. En la primera viñeta el padre de Mafalda observa con curiosidad el juego de su hija. Le pregunta, con una sonrisa en el rostro, qué le ocurre al mundo. Mafalda le responde que el mundo está enfermo. La expresión del padre nos permite inferir que este encuentra muy divertida la ocurrencia de su hija.

    En la última viñeta salta a la vista un cambio radical de expresión en la cara del padre de Mafalda: ahora está preocupado y deprimido. Con el codo apoyado sobre el escritorio y la cara descansando sobre la mano, el padre mira desesperanzado hacia el suelo. Es tal su preocupación que ni siquiera ha sido capaz de quitarse el sombrero. Tampoco ha podido deshacerse de su maletín para ponerse a trabajar. Sus colegas lo miran preocupados tratando de entender lo que acaba de decir: "El mundo está enfermo".

    La comparación del comienzo y del final de la tira pone de manifiesto la naturaleza del cambio que sufre el padre de Mafalda en esta breve historia. Pasa del escepticismo a la certeza, de la burla a la depresión. Durante su trayecto hacia la oficina comprueba que su hija tiene razón, que en realidad el mundo sí está enfermo. Examinar la primera viñeta y la última también revela una serie de contrastes que merecería la pena explorar en un análisis: casa/oficina; juego/trabajo; infancia/adultez; fantasía/realidad; etc.

  9. Unidad / falta de unidad:
  10. Cuanta más cohesión y coherencia interna tenga una imagen, mayor será su grado de unidad. Según el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) la "unidad" es la "cualidad de la obra literaria o artística en que solo hay un asunto o pensamiento principal, generador y lazo de unión de todo lo que en ella ocurre, se dice o representa". Así, cuando un texto visual tiene unidad todos los elementos que lo componen están muy bien "amarrados" entre sí para expresar una o unas pocas ideas centrales. Por eso, las imágenes con un alto grado de unidad no suelen tener "cabos sueltos".

    Sin embargo, no todos los textos visuales se caracterizan por tener un alto grado de unidad. También existen textos que buscan que la falta de unidad sea su principio de organización dominante. Los cómics o películas "experimentales" constituyen un ejemplo de este tipo de textos.

    Con todo, la mayoría de los textos visuales suele basarse en el principio de unidad ya que la falta de unidad supone grandes dificultades de comprensión para los lectores que no han tenido un entrenamiento especial para enfrentarse a este tipo de textos.

Ver también

La lectura de imágenes 1: ¿Qué es la imagen?
La lectura de imágenes 2: ¿Qué significa leer una imagen?
La lectura de imágenes 4: tipos de imágenes
La lectura de imágenes 5: vocabulario para la lectura formal de las imágenes
La lectura de imágenes 6: ¿Por qué hay que aprender a leer imágenes?

Fuentes

  • AUMONT, Jacques. L´image. Paris, Nathan, « Nathan Université », 1990.
  • BORDWELL, David and Kristin Thompson, Film Art: An Introduction (Eighth Edition). New York : McGraw-Hill, 2008.
  • JOLY, Martine. Introducción al análisis de la imagen, traducido por Marina Malfé. Buenos Aires, La Marca Editora, “Biblioteca de la mirada”, 2009.
  • JOLY, Martine. La imagen Fija, traducido por Marina Malfé. Buenos Aires, La Marca Editora, “Biblioteca de la mirada”, 2009.

28.3.13

La lectura de imágenes 2: ¿Qué significa leer una imagen?

Imagen tomada de Tumiamiblog
Leer una imagen es mirarla detalladamente para entender qué elementos la componen y cómo se organizan dichos elementos a fin de transmitir ideas y narrar historias.

Premisas para la lectura de imágenes

Para poder llevar a cabo una buena lectura de imágenes es necesario partir de dos premisas:
  1. Las imágenes son textos, es decir, son un tipo muy particular de artefactos.
  2. Por ser textos, las imágenes pueden ser estudiadas como sistemas.

Profundicemos un poco en estas ideas:

  • La imagen como artefacto
  • Las imágenes son artefactos, como lo son un asiento, una mesa o una máquina. Es decir, una imagen es algo creado por seres humanos para seres humanos y, por lo tanto, cumple funciones específicas dentro de la sociedad.

    Sin embargo, las imágenes pertenecen a un tipo muy particular de artefactos que reciben el nombre de textos.

  • La imagen como texto
  • Tradicionalmente se ha considerado que los textos son conjuntos coherentes de palabras, por lo general impresas, que buscan transmitir mensajes. Sin embargo, hoy sabemos que las imágenes también son textos porque ellas también se crean con el propósito de transmitir mensajes. Por eso, las imágenes también pueden recibir el nombre de textos visuales.

    Todos los textos –lingüísticos, visuales, audiovisuales, musicales, etc.– son concebidos, financiados, realizados y distribuidos por personas que tienen intereses económicos e ideológicos. Por consiguiente, al leer una imagen, debemos tener siempre en cuenta que dicha imagen proviene de una o varias "mentes organizadoras" que han decidido expresar ciertas ideas de cierta manera con un propósito en mente. De lo anterior se desprende que no existen imágenes "inocentes".

  • La imagen como sistema
  • Si una imagen es un texto visual, entonces, es también un sistema. Un sistema es un tipo particular de conjunto donde todos los elementos que lo componen trabajan solidariamente para cumplir un propósito.

    En el caso de las imágenes, los componentes del sistema textual son los elementos visuales: las líneas, las formas, los colores, las luces y las sombras, etc. Gracias a esos elementos, a su tamaño, ubicación y relaciones recíprocas, se construyen los significados que el texto visual busca transmitir.

    A diferencia de un conjunto cualquiera, un sistema tiene un propósito definido y, por esa razón, las partes que lo componen tienen funciones específicas y ocupan posiciones bien definidas unas respecto a las otras.

    Desde esta perspectiva, un texto visual es un artefacto que sirve para producir significados. Así, nuestro trabajo cuando leemos imágenes consiste en observarlas con cuidado para tratar de entender cuáles son sus elementos constitutivos, dónde están ubicados y cuáles son sus funciones.

Ver también

La lectura de imágenes 1: ¿Qué es la imagen?
La lectura de imágenes 3: Principios de organización de los textos visuales
La lectura de imágenes 4: tipos de imágenes
La lectura de imágenes 5: vocabulario para la lectura formal de las imágenes
La lectura de imágenes 6: ¿Por qué hay que aprender a leer imágenes?

Fuentes

  • AUMONT, Jacques. L´image. Paris, Nathan, « Nathan Université », 1990.
  • BORDWELL, David and Kristin Thompson, Film Art: An Introduction (Eighth Edition). New York : McGraw-Hill, 2008.
  • JOLY, Martine. Introducción al análisis de la imagen, traducido por Marina Malfé. Buenos Aires, La Marca Editora, “Biblioteca de la mirada”, 2009.
  • JOLY, Martine. La imagen Fija, traducido por Marina Malfé. Buenos Aires, La Marca Editora, “Biblioteca de la mirada”, 2009.

15.3.13

Muestra de ensayo académico: Morir en vida (Ana Salazar, 2013)

Portada antigua de San Manuel Bueno, mártir

El siguiente ensayo, escrito por la estudiante Ana Salazar, explora los temas de la herejía, el martirio y el sacrificio en la novela corta San Manuel Bueno, mártir (Miguel de Unamuno, 1930). Ana Salazar presentó este texto como trabajo para la materia AP de Literatura Hispanoamericana dictada en los grados décimo y undécimo del Colegio Los Nogales de Bogotá. La corrección de estilo y la adaptación del texto para publicación en el blog estuvieron a cargo del profesor Jaime Correa.

Morir en vida


Introducción

En San Manuel Bueno, mártir (Miguel de Unamuno, 1930), se narra la historia de San Manuel, un sacerdote ateo, desde los ojos de una de sus seguidoras que conoce la verdad sobre sus creencias. En esta obra se muestra la complejidad de la vida de un hombre que se ha sentenciado a sí mismo a dedicar todos los días de su vida a algo en lo que no cree.

Ángela, la narradora de la vida de San Manuel, descubre su herejía y narra a los lectores la manera en la que el sacerdote tiene combates internos a diario y sin embargo sigue siendo la persona que todos en el pueblo creen que es y la persona a la que todos admiran.

Así, debido a que siempre pone al pueblo por encima de sí mismo, San Manuel traiciona sus propias creencias por aquellas de los demás lo que lo lleva a vivir una vida que no quiere vivir. Su herejía hace que San Manuel se convierta en un mártir en vida.


Un mártir hereje

El Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) define un "hereje" como una "persona que niega alguno de los dogmas establecidos por una religión". Según esta definición, San Manuel es un hereje, ya que en la obra de Unamuno se habla constantemente del hecho de que el protagonista no cree verdaderamente en la vida después de la muerte que predica la Iglesia Católica.

Por otra parte, el DRAE define "mártir" como una "persona que muere o sufre grandes padecimientos en defensa de sus creencias o convicciones". Basándonos en esta definición también podemos decir que San Manuel es un mártir, ya que se sacrifica por la causa de mantener la esperanza de aquellos a los que predica.

En varios momentos de la novela vemos a San Manuel haciendo todo tipo de obras para ayudar a la gente por medio de una religión en la que él mismo no cree. El sacerdote llega incluso a decir: “Sigamos, pues, Lázaro, suicidándonos en nuestra obra y en nuestro pueblo, y que sueñe este su vida como el lago sueña el cielo”.

Lo que San Manuel dice nos indica que él considera que lo que hace lo está matando, pero que va a continuar haciéndolo ya que esto es lo mejor para su comunidad. Esta es la magnitud del sacrificio de San Manuel: él pone a los demás por encima de sí mismo todo el tiempo.

El sacrificio de San Manuel

Lo que convierte a San Manuel en un mártir es el hecho de que se traiciona a sí mismo y traiciona sus creencias por el bien de su pueblo.

San Manuel sabe que su pueblo no podría sobrevivir sin la esperanza que la religión le brinda, así que decide dejar todo lo que cree a un lado para darle al pueblo la esperanza que este necesita aunque él mismo carezca de dicha esperanza. Esto es claro en lo que dice Ángela: "Y ahora creen en San Manuel Bueno, mártir, que sin esperar inmortalidad les mantuvo en la esperanza de ella".

La misión de San Manuel es darle esperanza a su pueblo a toda costa, y él lo logra, pero para ello debe sacrificarlo todo. En otra ocasión Ángela dice: “Me retiré, pensando, no sé por qué, que nuestro Don Manuel, tan afamado curandero de endemoniados, no creía en el Demonio.” Lo dicho por Ángela muestra perfectamente la esencia de la vida de San Manuel. El sacerdote juega al juego de creer y sabe que al ser un extranjero en este juego, al no verse enredado en los hilos de la fe, él es capaz de salvar a los demás de todo lo malo que podría suceder dentro del mundo de las creencias del pueblo.

San Manuel sabe que lo que le permite derrotar al Demonio que atormenta al pueblo es precisamente el hecho de que él no cree en aquel demonio, y por eso decide vivir una vida alrededor de aquello en lo que no cree y convertirse en un mártir.

Morir por el bien ajeno

El mayor sacrificio de San Manuel, aquel que lo pone por encima de todos los otros mártires, es el sacrificio de su vida.

San Manuel renuncia a su vida y vive una vida que no quiere vivir en beneficio de los demás. San Manuel dice: “¡Mi vida, Lázaro, es una especie de suicidio continuo, un combate contra el suicidio, que es igual; pero que vivan ellos, que vivan los nuestros!”. En esta cita San Manuel deja claro que su vida no es una vida que él quiera vivir, pero es la que él está dispuesto a vivir por el bien de los demás.

San Manuel vive con la tentación continua de hacer lo que para él es lo único que vale la pena hacer en la vida: suicidarse. Sin embargo, no lo hace por consideración con los demás. San Manuel muere en vida todos los días por aquellos que viven gracias a él. Sacrifica lo único irreemplazable, la vida.

San Manuel se sacrifica todos los días ya que se obliga a vivir una vida que no quiere vivir, una vida en la cual no cree. En este sentido, él no es como los otros mártires de la Iglesia Católica. San Manuel no muere por su fe sino por la fe de los demás ya que la suya es inexistente. Esto no sólo lo hace único sino que lo hace mucho más merecedor del título de mártir, ya que, verdaderamente, muere por el bien ajeno.


Conclusión

Es importante volver a la forma en la que está escrita la novela de Unamuno para notar la importancia de las acciones de San Manuel. Esta obra es una carta que Ángela le manda al obispo refiriéndose al tema de la beatificación de don Manuel. Aunque por definición dentro de la Iglesia Católica un santo no puede ser un hereje, San Manuel es el mayor santo debido a los sacrificios que hace para el beneficio de su pueblo.

San Manuel no puede ser un santo de la Iglesia Católica ya que a pesar de predicar sus dogmas y principios no cree en ellos. Sin embargo, San Manuel se gana el título de santo por lo que piensa el pueblo, porque este fue un hombre que fue mártir cada día de su vida, un hombre que moría cada día por su traición a sí mismo y en nombre del bienestar de todos los demás.

Aunque San Manuel no pueda tener el título oficial de santo, él es uno de los pocos que no lo necesita ya que el sacrificio hecho por este incrédulo en nombre de la fe de todos los demás lo hace el mayor de los santos y el mayor de los mártires.

Ana Salazar, 24 de febrero de 2013.

13.3.13

La lectura de imágenes 1: ¿Qué es la imagen?

Fotografía de Eikoh Hosoe tomada del
International Center of Photography Library Blog
No es muy difícil comprobar que las imágenes se han vuelto omnipresentes en el mundo actual. Dondequiera que se mire aparecen imágenes de todo tipo –fotografías, pinturas, dibujos, videos, cómics, películas, etc.– creadas con propósitos muy diversos. Las imágenes sirven para vender, para enseñar, para persuadir, para impresionar, para informar, pero sobre todo, para narrar toda clase de historias.

Además de circular sobre soportes tradicionales como el papel o el lienzo, gran parte de las imágenes que miramos, consumimos y creamos hoy en día, sin importar su formato original, terminan haciéndose visibles sobre pantallas. Por eso, no es descabellado afirmar que vivimos en un mundo de pantallas.

Sin importar de dónde provengan ni en qué lugares o a través de qué aparatos se creen y se perciban, las imágenes se han convertido en una herramienta primordial para leer y entender el mundo contemporáneo.

¿Vivimos en una civilización de la imagen?

Muchos se entusiasman al comprobar cuán importantes son las imágenes hoy en día y afirman que la humanidad ha entrado en una nueva época: “la Civilización de la Imagen”. Esto no es necesariamente cierto. Aunque es verdad que las imágenes están hoy más presentes que en otras épocas, la palabra escrita sigue siendo crucial en nuestras sociedades y el creciente interés por la imagen que caracteriza el mundo contemporáneo no tiene por qué ir en detrimento de las prácticas tradicionales de lectura.

Tampoco es cierto que la lectura de la imagen sea automática y que no sea necesario formar “lectores” de imágenes. Las imágenes tienen un lenguaje, es decir, tienen convenciones y códigos con los que es necesario familiarizarnos si queremos convertirnos en lectores competentes.

Esta serie de artículos, titulada La lectura de imágenes, propone un recorrido por los aspectos generales que hay que tener en cuenta para iniciarse en la literacidad visual, es decir, en el dominio de la lectura (y, eventualmente, de la escritura) de imágenes de todo tipo.

La lectura de imágenes

Para leer imágenes pareciera bastar la capacidad que tenemos todos de reconocer, en una imagen, algo que hayamos visto antes en el mundo real o en otras imágenes. Y eso, aparentemente, no se aprende en la escuela. De ahí la creencia de que la lectura de imágenes es automática y, por lo tanto, no requiere ningún tipo de entrenamiento especial.

Sin embargo, existen muchos tipos de imágenes que comunican cosas de formas muy variadas. Aunque tengan rasgos comunes, una pintura no transmite información de la misma manera en que lo hacen una fotografía, una caricatura, un grafiti, una película o un cómic.

Aprender a leer imágenes exige una familiarización tanto con las cosas que tienen en común todas las imágenes como con aquellas que son específicas a cada tipo de texto visual. Por eso, es importante ponernos de acuerdo sobre la definición del término “imagen” así como sobre las implicaciones que tiene afirmar que una imagen es un “texto visual”. Comprender esto nos abrirá un camino seguro hacia la lectura detallada de imágenes, también conocida como análisis de imágenes.

¿Qué es la imagen?

Preguntarse qué es la imagen puede parecer innecesario pues, aparentemente, una persona no tiene ninguna dificultad en determinar cuándo está en presencia de una imagen y cuándo no.

Sin embargo, el término “imagen” engloba tantos significados que es preciso ponernos de acuerdo sobre el tipo de imágenes que se suelen analizar en contextos académicos.

  • La imagen es "lo que se ve"
  • Se puede comenzar diciendo que una “imagen” es “algo que se ve”. Desde esa perspectiva, cualquier cosa puede ser una imagen: lo que ve cada individuo con sus ojos, las imágenes verbales que evocan los libros o las conversaciones, lo que vemos con los "ojos" de la imaginación, etc.

    De hecho, “imaginar” implica construir imágenes mentales a las que solo tiene acceso la persona que imagina. Es como si cada uno de nosotros tuviera una pantalla privada dentro de la cabeza sobre la cual desfilan todo el tiempo imágenes que solo podemos ver en la soledad de nuestra mente.

  • La imagen artefacto
  • En el mundo existen, sin embargo, ciertos objetos muy particulares a los que damos el nombre de “imágenes”. Se trata de representaciones visuales de cosas, inscritas sobre soportes materiales: papeles, pantallas, paredes, billetes o cualquier otro tipo de superficie.

    Estas imágenes son artefactos: objetos creados por seres humanos gracias a diferentes técnicas –unas muy antiguas y otras bastante recientes– que permiten representar visualmente cosas existentes o imaginarias.

  • La imagen como representación visual del mundo
  • Si las imágenes representan el mundo visualmente, conviene tener bien claro qué significa “representar”.

    Imaginemos a un muchacho que carga en su billetera una fotografía de su novia. Si afirmamos que dicha fotografía representa visualmente a la chica, estamos diciendo que, de alguna manera, se trata de una imagen que permite que la novia se “haga presente” ante el joven cuando la pareja está separada. Así, esta imagen “vuelve a presentar” a la novia ante el muchacho (la “re-presenta”) y, al reproducir el aspecto físico de la chica en una hoja de papel, la sustituye y le facilita al novio la tarea de imaginarse a su amada.

    A este tipo de relaciones entre los seres humanos y las imágenes nos referimos cuando decimos que las imágenes representan el mundo visualmente.

  • La imagen como materialización de una visión
  • Las imágenes, por ser representaciones visuales, son inseparables del fenómeno de la visión. La información contenida en una imagen se organiza de forma similar a la manera como el ojo y el cerebro humanos perciben la realidad. Por eso, se puede decir que las imágenes son la materialización de una visión pues logran que una percepción particular (la manera como ve el mundo un individuo) se convierta en un objeto (la imagen) que muchas otras personas pueden mirar.

La imagen: algo que se asemeja a otra cosa

La definición de imagen que propone la profesora francesa Martine Joly resulta muy útil para entender lo que tienen en común todas las imágenes que existen y lo que las diferencia de otras formas de representar el mundo como el lenguaje verbal. Según Joly, “una ‘imagen’ es algo que se asemeja a otra cosa”.

Si vemos una fotografía de una silla, no tardamos mucho en reconocerla pues la fotografía se parece mucho a las sillas que existen en el mundo real. En cambio, la palabra “silla” no se parece en nada a una silla real. El artista Joseph Kosuth explora este problema de manera elocuente en su instalación Una y tres sillas (One and Three Chairs, 1965).



La obra pone de manifiesto que entre la silla real, ubicada en el centro, y la fotografía de la silla, que aparece a la izquierda, hay una semejanza asombrosa. En cambio, la relación de la silla con la definición de diccionario de la palabra "silla" que está impresa en el lienzo de la derecha es puramente convencional; es decir, depende de un acuerdo social.

Todo lo anterior demuestra que la imagen es mucho más concreta y cercana a la realidad que la palabra. Todas esas imágenes que nos asaltan diariamente se asemejan a las cosas que representan y funcionan como ventanas al mundo que nos permiten ver la realidad (y la fantasía) de mil maneras diferentes.

Ver también

La lectura de imágenes 2: ¿Qué significa leer una imagen?
La lectura de imágenes 3: Principios de organización de los textos visuales
La lectura de imágenes 4: tipos de imágenes
La lectura de imágenes 5: vocabulario para la lectura formal de las imágenes
La lectura de imágenes 6: ¿Por qué hay que aprender a leer imágenes?

Fuentes

  • AUMONT, Jacques. L´image. Paris, Nathan, « Nathan Université », 1990.
  • JOLY, Martine. Introducción al análisis de la imagen, traducido por Marina Malfé. Buenos Aires, La Marca Editora, “Biblioteca de la mirada”, 2009.
  • JOLY, Martine. La imagen Fija, traducido por Marina Malfé. Buenos Aires, La Marca Editora, “Biblioteca de la mirada”, 2009.
  • MIRZOEFF, Nicholas. “What is Visual Culture?” in N. Mirzoeff (ed.) The Visual Culture Reader. London, Routledge, 1998, pp. 3-13.

3.3.13

La lectura de cuentos

Mujer leyendo, René Magritte

"Confía en el cuento, no en quien lo cuenta".
(D.H. Lawrence)

Nadie puede escapar de los cuentos. Nos persiguen desde la cuna y nunca nos abandonan, primero como nanas, después como relatos infantiles y, posteriormente, como fábulas y cuentos de hadas.

Cuando llegamos a la adultez, los cuentos siguen estando ahí, al alcance de la mano, para proporcionarnos uno de los placeres más intensos que puede ofrecer la literatura: el descubrimiento de la complejidad de la vida a través de la lectura de una forma narrativa condensada.

Orígenes del cuento

Todo parece indicar que el cuento, como forma literaria, se origina en las narraciones orales y en los relatos folclóricos que existen en todas las culturas. Nuestros antepasados daban gran importancia a las narraciones orales, que servían para explicar el mundo y para transmitir conocimientos de generación en generación.

Entre todos esos tipos de narraciones orales, debe de haber surgido hace muchísimo tiempo una forma breve que permitía contar hechos sorprendentes en muy poco tiempo, sin necesidad de dejar la historia en "continuará...". Esta forma narrativa oral, condensada e independiente es el antepasado de los cuentos modernos.

El cuento: un fenómeno reciente

Sin embargo, como nos lo recuerda William Boyd, el cuento moderno es un fenómeno editorial relativamente reciente. En Europa y Estados Unidos, el cuento tiene su auge en el periodo comprendido entre mediados del siglo XIX y mediados del siglo XX, gracias a la consolidación de la prensa de circulación masiva.

Esto se debe a múltiples factores, entre los cuales sobresalen ciertas revoluciones tecnológicas en el mundo editorial y la popularización de la lectura entre la clase media. En el mundo hispanohablante ocurrió un proceso similar, aunque un poco más tardío en los países menos industrializados y urbanizados.

Los periódicos y las revistas publicaban cuentos regularmente, los lectores leían dichos cuentos con avidez y, como consecuencia de todo este proceso, se creó un mercado editorial donde las narraciones breves se convirtieron en una de las formas más seguras de ganarse la vida para los escritores.

El cuento frente a la novela

El cuento y la novela, dos de las principales formas de la prosa, tienen un aire de familia. Sin embargo, también presentan grandes diferencias que debemos conocer para convertirnos en mejores lectores de ambos tipos de textos literarios:
  • Extensión

  • La primera diferencia notoria entre el cuento y la novela tiene que ver con la extensión: el cuento es corto mientras la novela es larga. Sin embargo, existen cuentos largos y novelas cortas y, a menudo, es difícil saber qué diferencia a los primeros de las segundas.

    Por eso, antes que atender únicamente a la extensión para determinar cuándo se está en presencia de un cuento, conviene pensar más bien en el uso que hace el escritor de cuentos de la técnica de la compresión.

  • Expansión versus compresión

  • Mientras en la novela prima la idea de la expansión —muchos personajes bien desarrollados, conflictos secundarios, profusión de detalles, etc.— en el cuento prima la compresión —pocos personajes, un conflicto central, espacio-tiempo condensado, uso sistemático de la elipsis, etc.

    Según William Boyd, la diferencia entre un cuento y una novela no es únicamente un problema de extensión. Mientras la idea de partida de una novela debe permitir un desarrollo prácticamente interminable; la esencia de un cuento, en cambio, está ligada a los conceptos de "destilación" y "reducción". Para Boyd, "hay cuentos de 20 páginas que están mucho más cargados y grávidos de sentido que novelas de 400 páginas. Estamos hablando de categorías completamente diferentes de prosa de ficción".

  • Una herida versus heridas múltiples

  • Harold Bloom, en su libro Cómo leer y por qué sostiene que los cuentos hieren al lector una sola vez, a diferencia de las novelas, que lo "aflijen con muchas sensaciones, con penas y alegrías múltiples".

    Esta idea remite a los conceptos de compresión, condensación y destilación que, según muchos autores, deben caracterizar un buen cuento. En una narración breve se busca hacer que el lector se concentre en algo muy concreto (una crisis, un problema), algo que le revele verdades y sentimientos profundos, algo que lo hiera una sola vez de manera contundente.

  • Mundo fragmentario versus mundo total

  • Tanto las novelas como los cuentos construyen mundos ficcionales paralelos a nuestro mundo real. Sin embargo, por su extensión y porque su lectura suele ser una empresa de largo aliento, las novelas proponen mundos que solo podemos ir descubriendo poco a poco, y de manera fragmentaria.

    Como nos lo recuerda Edgar Allan Poe, debido a que las novelas no se pueden leer de una sola sentada, pierden la "inmensa fuerza que se deriva de la totalidad". Los cuentos, en cambio, nos presentan un mundo total de manera condensada: "durante la hora de la lectura el alma del lector está bajo el control del escritor", afirma Poe.

    El hecho de que la lectura de una novela tome varios días, semanas e incluso meses no es algo negativo. Durante ese periodo de tiempo la ficción acompaña nuestra vida diaria, enriqueciéndola o dejándose enriquecer por ella.

    Sin embargo, el cuento toma un camino diametralmente opuesto. Su alto grado de condensación, su capacidad de sacarnos de golpe de la cotidianidad, cargan al cuento de elocuencia e intensidad.

  • Lo explícito versus lo tácito

  • El carácter expansivo de la novela permite presentar muchas cosas —eventos narrativos, reflexiones, descripciones, etc.— de manera explícita. En el cuento, en cambio, prima lo no dicho, lo sugerido. Por eso, el cuento exige que el lector sea bastante activo. Según Bloom, "el cuento favorece lo tácito; obliga al lector a entrar en actividad y discernir explicaciones que el escritor evita – hay que pensar en lo sugerido, en lo implícito".

    Por favorecer lo tácito, el cuento usa de manera sistemática la técnica de la elipsis; es decir, la omisión voluntaria, en la trama, de ciertos eventos narrativos, lugares y lapsos de tiempo que pertenecen a la historia.

    Los cuentos son, entonces, narraciones elípticas. De hecho, como anota Bloom, "los cuentos son elípticos, tanto en lo narrativo como en lo moral… […] Los cuentistas más diestros son tan elípticos en materia moral como en la continuidad de la acción o en los detalles del pasado de los personajes". Así, es bastante común que, al terminar de leer un cuento, quedemos perplejos, tratando de atar cabos sueltos y de entender por qué a los personajes les ha pasado lo que les ha pasado. Es importante entonces recordar que la brevedad de los cuentos no es sinónimo de facilidad.

Algunos autores recomendados

Si te interesa la lectura de cuentos, es recomendable que te acerques a los maestros del género. Harold Bloom recomienda a Iván Turguéniev, Anton Chéjov, Guy de Maupassant, Ernest Hemingway, Flannery O´Connor, Vladimir Nabokob, Jorge Luis Borges, Tomasso Landolfi e Italo Calvino.

William Boyd, por su parte, recomienda a cuentistas como: J.G. Ballard, Katherine Mansfield, James Joyce, Rudyard Kipling, John Updike y Muriel Spark.

En la cuentística en lengua española se destacan autores como: Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Horacio Quiroga, Juan Rulfo, Augusto Monterroso y Roberto Bolaño.

Estos nombres son apenas una puerta de entrada para comenzar a explorar la rica tradición cuentística mundial. A medida que leas a estos y a otros autores, te irás familiarizando con las convenciones de la narración breve e irás encontrando nuevos cuentistas de todas partes del mundo que están ahí, al alcance de la mano, esperando pacientemente a que llegue el momento de dejarte perplejo con sus historias.

Fuentes

  • Harold Bloom, Cómo leer y por qué, traducción de Marcelo Cohen, Norma, Bogotá, 2000.
  • William Boyd, "Brief Encounters", artículo publicado en el periódico The Guardian (02/10/2004).
  • James Cooper Lawrence, "Theory of the Short Story" The North American Review , Vol. 205, No. 735 (Feb., 1917), pp. 274-286.